Granada descansa a los pies de las montañas de Sierra Nevada, es el macizo montañoso más alto en la España peninsular. Y está a tan sólo 40 minutos en coche de las playas del mediterráneo. Es un lugar maravilloso en el que estudiar español. Granada es una mágica combinación de arquitectura árabe, calles blancas, montañas nevadas y playas cercanas, sin duda es verdaderamente incomparable.
El “Albaicin”, la parte vieja árabe de la ciudad, está en lo alto con vistas a Granada. Sus serpenteantes casas blancas ofrecen preciosas vistas de la 'Alhambra', el magnífico palacio árabe con torres sobre la ciudad y es, en muchos sentidos, el símbolo de Granada. Granada tiene además de una arquitectura impresionantemente hermosa, una estupenda ubicación geográfica. Es una ciudad de artistas, estudiantes, poetas, músicos; una joven y animada ciudad con antigua arquitectura y un ambiente único.
La Alhambra de Granada es uno de los monumentos más fascinantes de Europa, herencia del pasado multicultural de España. Durante 250 años, este complejo amurallado fue la residencia de los sultanes de la dinastía nazarí y el lugar desde el que gobernaron el Reino de Granada, el último estado musulmán de al-Ándalus.
En 1492, Mohamed XII, llamado por los cristianos Boabdil el Chico, entregó las llaves de la Alhambra a los Reyes Católicos poniendo fin a casi ocho siglos de presencia islámica en la Península Ibérica. Cinco siglos después, este monumento Patrimonio de la Humanidad se conserva en perfecto estado y es una visita obligada para turistas de todo el mundo.
Patio de los Arrayanes de los Palacios Nazaríes - Este gran complejo formado por palacios y jardines rodeados por una muralla rojiza ocupa una colina a los pies de Sierra Nevada, el macizo montañoso de mayor altitud de Europa Occidental después de los Alpes.
Su construcción fue iniciada en 1238 por el fundador de la dinastía nazarí, Mohamed Al-Ahmar. Sus sucesores edificaron distintos espacios en el recinto con diferentes funciones y estilos, entre los que destacan los Palacios Nazaríes, obra de dos grandes reyes: Yusuf I y Mohamed V.
Estos palacios fueron construidos en el siglo XIV, a la vez que las grandes catedrales góticas de Europa y en un estilo radicalmente diferente. Por fuera, son unos edificios sencillos y sobrios, pero su interior es soberbio. Sus salas distribuidas en torno a patios poseen una maravillosa decoración llena de fantasía, delicadeza y belleza, realizada con materiales constructivos modestos a los que los mejores artesanos de la época dieron acabados nobles.
Sus paredes están repletas de yeserías, placas de mármol o azulejos con hermosos dibujos, y los techos cubiertos por espectaculares bóvedas de yeso, mocárabes o madera decorada. Mientras, en los patios el protagonismo es para el agua y para las fuentes.
Aunque unidos, son tres palacios distintos: el de los Leones, que era el área privada de la familia real y el harén; el de Comares, con una zona pública y otra privada, y el Mexuar, donde se despachaban los asuntos de Estado.
A pocos metros se encuentra un edificio que no tiene nada que ver con el resto, el Palacio de Carlos V, que fue construido en el siglo XVI tras la expulsión de los musulmanes de España. Es de estilo renacentista y fue diseñado por el arquitecto Pedro Machuca, discípulo de Miguel Ángel en Italia. En la actualidad acoge el Museo Provincial de Bellas Artes y el Museo de la Alhambra.
La visita al recinto andaluz se completa con varias zonas con cuidados jardines, perfectas para disfrutar de un rato tranquilo, y con el Palacio del Generalife, que era la residencia de verano de los sultanes granadinos. Su decoración es muy similar a la de los Palacios Nazaríes, aunque más sencilla.
La mejor forma de acabar el día tras recorrer este castillo único es ascender por las callejuelas del tradicional barrio del Albaicín hasta llegar al mirador de San Nicolás, desde el que se ven las mejores vistas de la Alhambra con las montañas de fondo. Al atardecer, los últimos rayos de sol del día potencian el color rojizo de sus murallas y edificios, provocado por el óxido de hierro que había en la argamasa con la que se construyeron. Precisamente ese color fue el origen de su nombre: los musulmanes lo conocían como el ‘castillo rojo’ (‘Qalat a-Hamra’), de donde se deriva la palabra Alhambra.
Cada año, más de dos millones de personas de todo el mundo visitan este monumento, un cuento hecho realidad que debería estar entre los diez lugares imprescindibles que visitar al menos una vez en vida
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